The Macallan y la Evolución del Whisky Escocés
Una historia de permanencia, reinvención y legado sensorial
18 de agosto de 2025

Ciudad de México, 18 de agosto de 2025 – Existen historias que no se cuentan, se sienten. Así ha sido con The Macallan por más de dos siglos: un legado forjado entre roble, tiempo y precisión. Hoy, esa historia no solo continúa: evoluciona. Porque, así como lo ha hecho el whisky escocés, también The Macallan ha reescrito las reglas del single malt con cada generación.
Durante gran parte del siglo XX, en los valles de Escocia, el whisky escocés fue sinónimo de blends: mezclas industriales pensadas para volumen más que para profundidad. El whisky en realidad era un destilado tosco y funcional, que acompañaba los inviernos largos y la dureza del campo. El single malt —puro, complejo, elaborado en una sola destilería— era casi un secreto reservado para conocedores. Con el paso del tiempo, ese mismo espíritu fue refinándose —en alambique y en cultura— hasta convertirse en uno de los símbolos más elegantes de la tradición europea. El mundo comenzó a buscar trazabilidad, origen e identidad. Con ello, surgió una nueva apreciación: beber whisky no era solo consumir, era entender.

Desde 1824, esta casa ubicada en Speyside ha sostenido una filosofía que hoy define el estándar de excelencia: destilación en alambiques pequeños, un dominio artesanal del tiempo, y una relación íntima con la madera. No hay otro single malt cuya identidad esté tan profundamente moldeada por sus barricas – sazonadas con jerez, seleccionadas a mano, responsables del 100% del color y el 80% del aroma y sabor.
La marca apostó por algo contracultural en su momento: no usar colorantes, no mezclar destilerías y no buscar atajos. De esa resistencia nació una nueva categoría dentro del whisky escocés.
Las colecciones contemporáneas de The Macallan —Double Cask, Sherry Oak, Rare Cask— son testimonio de una evolución que respeta sus raíces. En cada expresión, el pasado guía al futuro. La reinterpretación visual diseñada por David Carson es parte de ese nuevo lenguaje: más sensorial, más arquitectónico, más conectado con el arte.

La evolución del whisky escocés también exige un compromiso con el planeta. The Macallan lo asume desde la raíz: iniciativas de trazabilidad forestal, manejo ético de recursos y un enfoque que abraza la sostenibilidad como parte esencial de su legado.
“The Macallan no solo destila whisky. Destila tiempo, paisaje y legado. Cada edición cuenta una historia y cada historia es irrepetible”, comenta David Zambrano, Brand Ambassador de The Macallan en México.